VOZ DEL PASTOR

BENEDICTO XVI RECIBIÓ A OBISPOS COLOMBIANOS



BENEDICTO XVI RECIBIÓ A OBISPOS COLOMBIANOS

VATICANO, 15 Jun. 12 / 10:58 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI recibió a doce obispos colombianos en visita "ad limina", entre los que se encuentra el Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC), Mons. Rubén Salazar; y con quienes habría tratado sobre la paz y la defensa de la vida y la familia en el país sudamericano.

En el encuentro participaron también los obispos de Engativá, Mons. Héctor Gutiérrez; de Facatativá, Mons. Luis Nova Rocha; de Fontibón, Mons. Juan Vicente Córdoba; de Girardot, Mons. Héctor López Hurtado; de Soacha, Mons. Daniel Caro Borda; de Barrancabermeja, Mons. Camilo Castrellón; de Málaga-Soatá, Mons. Víctor Manuel Ochoa; de Socorro y San Gil, Mons. Carlos Mesa Ruiz; de Vélez, Mons. Luis Cortés Rendón. Así como el Arzobispo de Bucaramanga, Mons. Ismael Rueda; y el Ordinario Militar, Mons. Fabio Suescún Mutis.

En entrevista con el Servicio Informativo del Vaticano –difundida el 14 de junio por el sitio web de la CEC-, Mons. Carlos Prada Sanmiguel, Obispo de Duitama-Sogamoso, destacó esta visita como una oportunidad para que la Iglesia colombiana ratifique su profunda comunión con el Santo Padre.

Mons. Prada explicó que la Iglesia en Colombia vive "unida a la oración y la riqueza de la Palabra de Dios". Asimismo, se refirió a la "angustia" que ocasiona la violencia en el país y dijo que esto se debe a que muchos grupos "no participan de la orientación que Cristo brinda".

Sin embargo, recordó que la mayoría de colombianos son católicos y por tanto están en permanente oración para que la paz llegue al país.

Mons. Prada fue recibido ayer en visita "ad limina" junto a otros diez prelados colombianos, entre los que se encontraba el Arzobispo de Tunja, Mons. Luis Augusto Castro.



 


PARTICIPACIÓN EN LA IGLESIA




Queridos hermanos y hermanas: el bautismo, que nos incorpora a la Iglesia como Pueblo de Dios, lleva consigo para quien lo recibe, la invitación a tomar parte activa en la construcción de la comunidad cristiana, con los dones diversos que el Espíritu Santo reparte para todos, Espíritu que impulsa a salir de sí mismo, en una constante actitud de apertura hacia los hermanos. Este es un principio fundamental para impulsar la voluntad de participación y la comunión en la iglesia, que meditamos en este bimestre.

San Pablo de manera muy sabia, compara a la iglesia con un cuerpo en el que todos los miembros participan armónicamente, con funciones distintas y complementarias y añade que “Dios organizó el cuerpo dando más honor al que menos valía, de modo que no hubiera división en el cuerpo y todos los miembros se interesaran por igual unos por otros” (ICor 12,24).

La participación de los fieles en la vida de la Iglesia Particular o diócesis, toma forma de muchos modos: de manera creciente en la familia, en las pequeñas comunidades y en las parroquias, en los movimientos y grupos apostólicos, que armonizan y sintonizan en la construcción permanente de la comunidad cristiana. Lo hacen también por los ministerios, servicios y carismas reconocidos y operantes a favor de la unidad del pueblo de Dios. Asimismo la participación se da en lo que es propio de los ministerios jerárquicos (Obispos, Presbíteros, Diáconos), de la Vida Consagrada y en la diversa actividad de los Laicos en el mundo, en el que estos últimos, tienen especial obligación de hacer presencia transformadora de la sociedad.

Para aplicar el criterio de participación, de modo concreto en la vida en nuestra Iglesia Arquidiocesana, debemos reconocer y apreciar que les estructuras que se van creando, la diversidad de comités, grupos, sectores, zonas pastorales, equipos de animación pastoral etc. son medios operativos concretos para hacer  posible que haya más oportunidades para involucrarse y comprometerse en la construcción de la vida de las parroquias en particular y de la Arquidiócesis en general.

 A este último criterio, ayuda de un modo muy significativo, la programación de actividades y su distribución entre los distintos miembros de la comunidad, para ser ejecutadas como verdaderas acciones apostólicas. El resultado es más comunión, más conciencia de pueblo de Dios, más santificación y más signo de la presencia de Dios, cuya vida abundante Él nos participa. “Sí todos participamos, la iglesia consolidamos”.

Con mi fraterno saludo y bendición 



+ ISMAEL RUEDA SIERRA
Arzobispo de Bucaramanga


CARTA CIRCULAR del Arzobispo de Bucaramanga a los sacerdotes y diáconos, congregaciones religiosas, comunidades parroquiales, grupos y movimientos apostólicos; fieles todos de la Arquidiócesis.




Asunto: Jubileo e Indulgencia Plenaria en el 60.º aniversario de la Arquidiócesis de Bucaramanga



Queridos hermanos y hermanas en Cristo el Señor:

Con ocasión del sexagésimo aniversario de creación de la Iglesia Particular de Bucaramanga, el suscrito Arzobispo, ha obtenido de Su Santidad el Papa Benedicto XVI, la celebración de un Año Jubilar con la gracia de la Indulgencia Plenaria.
En efecto, quienes en grupo o individualmente visiten la Catedral de la Sagrada Familia, la Basílica Menor de Girón  o el Santuario San Antonio de Padua en California, cuantas veces lo hagan, podrán ganar INDULGENCIA PLENARIA, siempre y cuando cumplan con los requisitos exigidos a saber: confesión y comunión sacramental, tomar parte en una acción litúrgica o por lo menos orar unos minutos por las intenciones del Papa y terminar rezando el Credo, un Padre Nuestro y el Ave María.  Los ancianos y personas enfermas que no pudieran visitar los templos podrán ganar la INDULGENCIA PLENARIA si se confiesan, comulgan y oran por las intenciones del Romano Pontífice, rezan: el Credo, la Oración Dominical, el Ave María y se unen espiritualmente a los peregrinos ofreciendo al Señor sus sufrimientos. La indulgencia plenaria puede ser aplicada a los difuntos.
Las visitas y peregrinaciones a los templos indicados, gozan de la posibilidad de ganar la indulgencia plenaria hasta el día 23 de febrero del año 2013.  Igualmente, con motivo del Jubileo Arquidiocesano, el suscrito Arzobispo, por benigna concesión de Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, podrá impartir la BENDICION PAPAL con la adjunta INDULGENCIA PLENARIA, al concluir la celebración Eucarística el día 23 de febrero de 2013, desde la Catedral de la Sagrada Familia. 
Quienes asistan a la Santa Misa ese día, lo mismo que quienes la sigan por televisión o por radio podrán ganar INDULGENCIA PLENARIA si, después de confesarse y comulgar oran por las intenciones del Sumo Pontífice.
Conviene recordar, que la indulgencia, en la iglesia, está siempre estrechamente ligada a los efectos del sacramento de la penitencia y consiste en “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la iglesia…” “la indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados, en parte o totalmente” (Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 1471).
Recibamos agradecidos estas gracias que nos concede el Santo Padre, aprovechemos el Año Jubilar, para acercarnos más al Señor y empeñarnos en construir la Iglesia que Él quiere.  Pidamos al Buen Pastor, bendiga la persona y el ministerio apostólico como Sucesor de Pedro, de S.S. Benedicto XVI.
Con mi saludo fraterno y especial bendición.

+ ISMAEL RUEDA SIERRA
Arzobispo de Bucaramanga

Bucaramanga, 10 de junio de 2012, Solemnidad del Corpus Christi

Nota: para ser difundida en toda la Arquidiócesis y por los Medios de Comunicación disponibles.
EL BUEN PASTOR DEL REBAÑO

Queridos hermanos y hermanas: concluimos este bimestre de reflexión sobre la “conciencia de pertenencia a la Iglesia” con la meditación del texto sugerido para iluminar este énfasis, tomado del capítulo décimo del evangelio según San Juan, sobre el Buen Pastor. En efecto, al presentarse Jesús, como el pastor del rebaño, que es su Pueblo, hace ver la profunda relación que existe entre Él y sus ovejas, quienes siguiendo su voz, entran por la puerta Verdadera que es El mismo, las cuida y las llama por su nombre, las conduce y las lleva a los mejores pastos.

Cada uno estos elementos, tan sabiamente expresados en el relato bíblico, nos hace pensar en el motivo fundamental de nuestra conciencia de pertenencia a esa Iglesia que Dios quiere, pues es la mirada puesta en Aquel que la conduce, es decir la mirada de la confianza hacia quien nos da la seguridad del camino que emprendemos con otros hermanos y hermanas, la que crea identidad (redil), congrega y anima.

En la misma parábola Jesús advierte que puede haber “voces de extraños”, ladrones, asaltantes, o el lobo que dispersa el rebaño, que vienen a destruir, a separar, a hacer daño. Aun en esos casos, Él está listo para rescatar, para reunir hasta formar un solo rebaño con un solo Pastor.

Pero sin duda hay algo fundamental con el que Jesús concluye esta lección y esta experiencia: él da la vida por sus ovejas, pues ha venido  para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (Jn 10,10). Quien ha recibido la vida de Dios, y ello ha ocurrido en el bautismo, ha de experimentar que su vida en Cristo, le vincula tan profundamente a la familia de Dios que es muy difícil, en estas condiciones, desconocer su pertenencia a ella. Sin embargo, con tristeza a veces constatamos, que hay identidades perdidas, hermanos que han abandonado nuestra familia espiritual, actitudes de indiferencia o incluso de rechazo, que nos invitan a trabajar como discípulos y misioneros del Buen Pastor, para que más temprano que tarde, vivamos la unidad perdida o deteriorada, que desdibuja o hace más difícil, que el mensaje de la salvación llegue a quienes, aun sin saberlo, anhelan un encuentro definitivo con Cristo, el Señor y Salvador.

Estamos invitados por el Buen Pastor a seguirlo sin vacilaciones, a anunciarlo con entusiasmo, a vivirlo en la comunión y solidaridad con los demás hermanos, allí en nuestros grupos y comunidades donde también construimos, unidos a Él, un mundo mejor.

Con mi fraterno saludo,

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